Rebelión
contra los deberes para casa.
Casi un
tercio de los alumnos españoles de primaria dedica a hacer deberes más de dos
horas diarias.
Los deberes están prohibidos en la escuela primaria
francesa (de 6 a 11 años, igual que en España) desde 1956, cuando el Ministerio
de Educación aprobó una circular en ese sentido. Pero los profesores siguen
imponiendo a los alumnos más pequeños que realicen tareas en casa. Los deberes, argumentan, no sirven para nada, son antipedagógicos,
causan tensiones en la familia obligando a los padres a ejercer de profesores,
alargan innecesariamente la jornada de seis horas diarias, impiden a los niños
dedicar el tiempo a la lectura, y aumentan las desigualdades entre los alumnos
que pueden beneficiarse de la ayuda de su familia y los que no.
Hay un gran abanico de tareas que los profesores
mandan a los estudiantes para que hagan en casa, fuera del horario lectivo
—trabajos, ensayos, lectura de libros, ejercicios de matemáticas o análisis
morfológicos de palabras—, y parece difícil de discutir que para adquirir
cualquier habilidad sea de alguna manera beneficiosa su práctica. Pero el
debate sobre si los deberes tienen más efectos positivos o negativos, sobre
todo si son tantos que sobrecargan la vida del alumno, recorre desde hace años
muchos sistemas educativos de todo el mundo, de Estados Unidos a España. El año
pasado, el Consejo Escolar de Navarra se pronunció sobre ello a petición del
Defensor del Pueblo.
En todo caso, el profesor Cooper no cree que la
pregunta correcta que se deben hacer profesores y padres en este debate es si
las tareas escolares tienen más efectos positivos o negativos: “Ambos pueden
ocurrir. Para evitar los efectos negativos, debería evitarse cantidades muy
grandes de deberes, pero también dar flexibilidad a los profesores para tener
en cuenta las necesidades y circunstancias únicas de cada uno de sus alumnos”,
añade. Recuerda, además, que más tiempo no tiene por qué ser mejor: quizá un
alumno tarde mucho más en hacer los deberes porque aún lo ha aprendido bien y
le está constando mucho.
En España, recordemos que casi un tercio de los
alumnos de primaria excede ese tiempo de dos horas diarias que señala como
límite lógico la profesora Ravitch. Además, en los últimos años muchos expertos
en psicología, como la sociedad española de psiquiatria, han alertado del aumento del
estrés entre unos niños cuyas agendas no dejan de crecer. Aparte del colegio,
más del 90% de los alumnos españoles de enseñanza obligatoria (de 6 a 16 años)
desarrolla alguna actividad extraescolar, y algo más de la mitad, dos o más a
la semana.
Preguntado
hace unas semanas el catedrático de Sociología de la Complutense Julio Carabaña
sobre la cultura del esfuerzo, comentaba con algunos compañeros que, en
realidad, en la escuela española lo que hay hoy es “una cultura del estrés”.
“Cuando yo era estudiante, no me ponían deberes; ahora los alumnos están
saturados”, afirmaba.
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